Con este artículo no se pretende, ni mucho menos, realizar un acto de intrusismo laboral puesto que, pienso que nutricionistas y profesionales de la actividad física debemos ir de la mano cuando preparamos protocolos de intervención a través de la vía alimentaria y deportiva del cliente.
El propósito del mismo no es otro que aportar algunos datos básicos que puedan ayudar a comprender el “a,b,c” de la nutrición general de un individuo medio junto con algunas consideraciones deportivo-físicas.
Una de las primeras premisas que debemos conocer es que para perder peso no es necesario comer menos, si no que primero tenemos que valorar si estamos comiendo como debemos.

Para ello, debemos realizarnos algunas preguntas:
-¿Qué tipo de comida suelo ingerir?
-¿Suele ser envasada o es un producto natural? (entiéndase por natural que es un producto tal cual, sin sufrir ningún proceso de elaboración).
-¿Consumo las Kcl que realmente pienso o son superiores si me paro a calcularlo?
-¿Cuánto ejercicio físico realizo a la semana?¿Es suficiente?
-¿Qué tipo de ejercicio realizo?
-¿Llevo una vida activa?¿Qué actividad física realizo a la semana?
Como decía, cuando hablamos de nutrición debemos necesariamente ligarlo al deporte, por lo que, tenemos que entender los dos conceptos que comento a continuación:
Actividad física y Ejercicio físico.
Las diferencias entre ambos residen básicamente en que el primero hace referencia al gasto energético de la vida diaria, mientras que el segundo se refiere a la práctica deportiva planificada.
Una vez que entendemos las diferencias, podemos saber que es necesario considerar ambos conceptos para mejorar nuestra estética y salud general.
Me gusta recordar la frase de que “debemos entrenar para vivir mejor, no parar quemar calorías”.
Volviendo al apartado nutricional, ofrecemos una breve explicación sobre algunos de los conceptos más importantes que intervienen en el proceso de la ingesta dentro de nuestro organismo:
Nuestro organismo requiere glucosa para realizar sus funciones -pincha aquí para conocer tu gasto energético– pero de nosotros depende que le proveamos de esa glucosa con alimentos que lo hagan de forma correcta, es decir, de forma lenta y continuada con el fin de que sintamos saciedad y evitemos ataques de hambre.
Hablemos de las dos hormonas más importantes que debemos conocer como son la “la insulina” y “el glucagón”, ambas encargadas de mantener el equilibrio de glucosa en nuestro organismo, la primera aparece en escena cuando los niveles de azúcar en sangre son demasiado altos; la segunda aparece cuando los niveles de glucosa en sangre bajan, con el objetivo de que vuelvan.
La insulina permite a las células absorber la glucosa con el fin de que los niveles de azúcar bajen en sangre y estas obtengan energía; por otro lado, el glucagón demanda al cuerpo que libere glucosa almacenada, aumentando los niveles de azúcar en sangre.
Gracias a este proceso, somos capaces de asimilar los carbohidratos que ingerimos con el fin de adquirir energía para el día a día, aunque de nosotros depende después con nuestros hábitos, que esa energía sea realmente utilizada o por el contrario, se almacene en forma de grasa, pues no debemos olvidar que el cuerpo desde nuestros ancestros está diseñado para almacenar, con el fin de asegurarse la energía que pudiera necesitar.
El problema que tenemos actualmente con nuestro mecanismo de reserva es que los nuevos hábitos no son como los de antes, ahora nuestras vidas son más sedentarias, disponemos de infinitas superficies de venta de comida, por lo que no tenemos que salir a cazar y existe “la caja tonta” que nos hace pasar horas y horas sentados en un cómodo sofá sin gastar apenas calorías en el proceso.
Por todo esto, debemos de ser algo más cuidadosos en nuestra higiene deportiva y alimentaria, de manera conjunta, pues si logramos adherir hábitos saludables en nuestras dietas y nuestra actividad física diaria, estaremos dando un paso de gigante en ese proceso explicado anteriormente y evitaremos que esa energía consumida no sea aprovechada por nuestro organismo.
Ahora que ya sabemos un poco más cómo funciona nuestro cuerpo, vamos a pasar a dar algunas indicaciones para llevar a cabo una alimentación más saludable.
Como ya dije en otro de mis artículos, la grasa no es la culpable en nuestra alimentación, si no que se trata de un mito abalado por muchos médicos y nutricionistas “chapados a la antigua”, fruto también del bombardeo mediático que se produjo en los medios, ofreciendo gran cantidad de productos procesados bajos en grasas -como si este fuera el problema, y no todo el resto de componentes basura que llevaba el producto-.
Comer grasas no solo no es malo sino que es necesario, ya que favorece muchos de los procesos que se producen en nuestras hormonas. Comer más grasa no es igual a almacenar más grasa, de hecho, nuestro cuerpo almacena grasa cuando nos excedemos en la ingesta calórica, incluyendo en dichas ingestas a las proteínas y los carbohidratos.
Además son alimentos que nos permiten adoptar estrategias positivas en nuestra alimentación, pues estamos ingiriendo comida que resulta mucho más saciante y por ende, nos permite con menos kcl sentirnos llenos; por otro lado, es necesario que los alimentos que elijamos para nuestra “nueva forma de comer” nos resulten placenteros, pues no está reñido comer bien con que estos productos sean sabrosos y apetecibles.
Estos dos conceptos serán totalmente necesarios para generar lo que a mi modo de ver es la clave del éxito en todo aquello que nos proponemos, la ADHERENCIA, que en este caso no es otra cosa que conseguir que los cambios de nuestra rutina alimentaria sean mantenidos en el tiempo y no sólo fruto de un día o varias semanas.
Así pues, cuando pensamos que llevamos una dieta “limpia” porque cocinamos sin apenas aceite o evitamos las grasas en general, debemos saber que vamos por el camino equivocado. Una de las primeras premisas que debemos considerar para reordenar nuestra alimentación debe ser priorizar la calidad de los productos elegidos y ya cuando la dieta en su conjunto sea saludable, podremos centrarnos en contar calorías para equilibrar la densidad energética de los alimentos.
En muchas ocasiones observo a gente del gremio que presume de una alimentación saludable alardeando de productos “LIGHT”, los cuales son la gran mentira de la industria alimentaria, pues se trata de alimentos liberados de ciertos nutrientes considerados nocivos, pero van cargados de azúcares en muchos casos para equilibrar ese déficit.
Por mucho que te tomes tu coca cola de turno light o cero, te estás tomando un refresco que está ultra procesado y no te ofrece ningún beneficio. Esto mismo es extrapolable a las infinitas salsas que venden en las grandes superficies o a las galletas o barritas de turno.
¿Quieres una galleta? Entonces prepárate una masa tú mismo y métele productos naturales, te ayudará a calmar ese apetito voraz por la comida industrial y será más saludable.
Los productos light tan sólo provocan que aumente el consumo total de kcl al final del día fruto de esa baja saciedad que aportan.
En resumen, deja de lado esos productos pseudosaludables y opta por comida real con la mínima manipulación.
Con estos breves consejos sobre nutrición y actividad física, os animo a dar el paso hacia una vida menos sedentaria y de más calidad. Intenta moverte cada día, realizar algo de trabajo específico de fuerza y come saludablemente, en unas pocas semanas empezarás a notar la diferencia a nivel físico y emocional.

“Cuida de tu cuerpo, es el único lugar que tienes para vivir.-Jim Rohn”
«Aquellos que piensan que no tienen tiempo para el ejercicio, tarde o temprano tendrán tiempo para la enfermedad.-Edward Stanley»
